7. Actitudes positivas y Negativas del Docente.

           Según el léxico de la reforma educativa española, las actitudes son definidas como “contenidos de tipo Actitudinal:  tendencias a comportarse de forma persistente y consistente ante determinados hechos (personas, situaciones, etc..) y orientaciones permanentes de la conducta para la consecución de aquello que es percibido como bien o constituye un valor”.  (Ministerio de Educación y Ciencia, 1989; part. 5).

En este apartado se trata de reflexionar sobre las actitudes o disposiciones de las personas que ejercen la educación como actividad profesional:  los docentes. 

Intentaremos dar respuestas a las siguientes interrogantes:

 -          ¿Cuáles son las actitudes del facilitador ante el proceso de educación?

-          -     ¿Cuál es su disposición?

-          -     ¿Qué aporta al proceso?

       Se han agrupado las actitudes en positivas y negativas, según ayuden al crecimiento integral del participante o si por el contrario dificultan su aprendizaje.

7.1- ACTITUDES POSITIVAS.

  •     Actividades de Respeto.

        Nuestra autoestima puede sentirse ofendida cuando ésta debe exponerse a situaciones, donde los demás pueden darse cuenta de nuestra falta de conocimiento, a veces imprescindibles,  sobre un tema o asunto determinado.  El respeto hacia la persona, a sus creencias, ideologías, ignorancia, favorecen el aprendizaje.

    El facilitador que respete a sus participantes frente a las diferencias que pueden surgir, generará actitudes de diálogo, comprensión, acuerdo, pero nunca de imposición.

  •     Actitudes Profesionales.

            Las motivaciones e intereses en los adultos son muy variadas y diferenciadas.  Algunas acuden a un facilitador, tutor, animador, consejero para alcanzar una titulación, unos conocimientos que no tienen o por habilidades y nuevas competencias que necesitan.  Dicha relación está regulada por una institución que fijará las reglas a seguir en cuanto a horario, programas, objetivos que definen de alguna manera este “contrato” profesional.

             Todo profesional, incluyendo los docentes, tienen la obligación de dar respuestas a las necesidades de las personas, “clientes”, que requieran sus servicios. 

             Pero, esto se podrá alcanzar sólo si la relación entra en un marco de confianza, diálogo y amistad.  De ahí que la profesionalidad no riña con estos conceptos.

  • Actitud de Confianza.

        La confianza debe ser recíproca.  Es un dar y recibir.  Los adultos suelen estar atentos para determinar si en los contactos personales con el facilitador y demás integrantes del grupo reina un ambiente de confianza.

 Hay factores que condicionan o generan un clima de confianza:

 -  Si en el ambiente del trabajo se percibe que los mensajes que se emiten son coherentes y sinceros.

 -  Cuando los participantes se dan cuenta de que sus compañeros no se aprovechan o se burlan por su falta de conocimiento.

 -  Si el facilitador no pierde de vista que su función no sólo es educar, sino también orientar, alentar, considerando las diferencias individuales de los participantes.

 El generar un clima de confianza puede favorecer a que:

 -  Se fortalezcan los lazos de cooperación o ayuda no sólo ante dificultades propias del proceso de aprendizaje, sino también ante problemas de salud, familiares, emocionales, etc..

 -  Mayor rapidez en la adquisición de los conocimientos por la ayuda mutua que se proporcionan los participantes.

 -  Desaparezca la inseguridad o miedo a hacer el ridículo.

7.2 ACTITUDES NEGATIVAS.

  • Actitudes Paternalistas.

            Los facilitadores paternalistas son aquellos que generan dependencia en sus participantes.  Aseguran conocer las características de las personas adultas, sin embargo, tratan a los mismos como si se dirigieran a niños, que no pueden razonar ni entender.  Orientan y aconsejan de tal manera que dichas orientaciones se convierten en “imposiciones”.  Tratan de hacerse imprescindibles, a tal punto que quienes les rodean crecen a la sombra de su persona y con la incapacidad de autodirigirse en la vida.

     

  •  Actitudes Discriminatorias.

                   El facilitador puede tener tendencias a acercarse o a rehusar personas por su condición social, étnica, ideológica, etc..

 La discriminación puede ser manifestada de diferentes maneras:

 -   Prestando menor atención al participante que necesita más apoyo; adoptando una posición burlona hacia el lenguaje, costumbres, creencias del participante.  Además, generando actitudes proteccionistas y compasivas sobre personas específicas o apoyando sin reserva a algún miembro del grupo, por manifestar éste ciertas afinidades políticas o ideológicas.

  • Actitudes Sexistas.

         Estas actitudes tienden a priorizar la jerarquización del género en perjuicio de la concepción global de la persona.  Dichas actitudes pueden traducirse en las siguientes posiciones:

         Ridiculizar a un sexo en específico, hombre o mujer, mediante bromas o chistes;  cuando se tiene la creencia que a la mujer le servirá de poco su aprendizaje porque más bien lo ve como un entrenamiento, entre otros.  

  • Actitudes respecto al Estudio de Enseñanza-Aprendizaje.

           Los estilos de aprendizaje hacen referencia a las maneras o formas de cómo los participantes aprenden.  Los  mismos estarán condicionados por rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos.  De ahí que el facilitador debe adoptar una actitud de respeto hacia el estilo enseñanza –aprendizaje que puede manifestarse de diferentes maneras:

          Relacionando los contenidos de la asignatura con los aspectos sociales, económicos, laborales y familiares  de la vida diaria; adaptando las técnicas de estudio a cada materia en específico y a las características diferenciadas del grupo.

 
 
 

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